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Materos de ley Pedro de Cevallos, el virrey que amaba el mate

Pasada la época del enemigo Hernandarias, la infusión dejó la clandestinidad y comenzaron las historias con mate.
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Un éxito gracias al virrey

Asumió la gobernación de Buenos Aires en 1756 y viajó a las misiones jesuíticas, donde probó la infusión. Comenzó así un romance con el mate que perduraría por años.

Luego de visitar la reducciones, Pedro regresó a Buenos Aires con vario sacos de yerba mate, y con su aval (era la máxima autoridad de la región) el consumo de la bebida se extendió a las familias más acomodadas de la ciudad.

La fanatismo del virrey por la bebida fue tal que cuando, después de diez años mateando, debió regresar a España, la nostalgia lo invadió. Entonces, pidió que le enviaran yerba a Cádiz, donde continuó con la costumbre adquirida en estas tierras.

La Expulsión de los Jesuitas

La partida de Cevallos coincidió con la expulsión de los jesuitas. Esto impactó entre los consumidores porque no solo puso fin a la producción de mate cocido, también dejó de conseguirse la yerba con la facilidad que se hacía en tiempos de las plantaciones localizadas en la provincia de Misiones. Subió el precio del producto y surgieron nuevos centros yerbateros. Brasil se convirtió en el principal proveedor por décadas.

En 1777, Cevallos regresó a Buenos Aires. Esta vez, para convertirse en el primer virrey del Río de la Plata. ¿Cuáles fueron las primeras medidas que tomó? El censo a los 24.205 habitantes de Buenos Aires, la división de la ciudad en seis cuarteles, la simplificación de impuestos o el importante decreto que establecía la libertad de comercio. Las medidas que tomó fueron muchas, y entre las bebidas que tomó, sin dudas estaban sus amados mates.

En cuanto al mate cocido que había desaparecido con la partida de los jesuitas, volvió luego de cien años. Más precisamente, en 1884, cuando en Buenos Aires la botica “La Estrella”, de los hermanos Antonio, Marcos y Demetrio Demarchi, y Domingo Parody, relanzaron el “café-yerba”.

Este fue el primer intento comercial de imponer la taza por sobre el mate y la bombilla.

Fuente: Daniel Balmaceda, para diario LaNacion.com

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