Hernandarias, el gobernador enemigo del mate
En 1616, el gobernador de Buenos aires Hernando Arias de Saavedra, más conocido como Hernandarias, prohibió la yerba mate en cualquiera de sus formas de consumo.
Hernandarias fue uno de los primeros en observar que los guaraníes llevaban en unas pequeñas bolsas de cuero, llamadas guayacas, hojas de yerba mate triturada y tostada; de las mismas bebían la infusión o la mascaban durante sus tareas diarios o en largas marchas.
Distracción en las tareas y vagancia
Hernandarias fue enemigo declarado del consumo de la popular bebida. En 1592, en una carta, se quejó del “pernicioso uso de la yerba mate”. Juzgó que el ritual —volcado de la yerba dentro del recipiente, calentamiento del agua y el cebado— demandaba mucho tiempo y fomentaba la distracción en las tareas y, peor aún, la vagancia.
Muchos españoles, y criollos también, no terminaban de aceptar que un grupo heterogéneo compartiera la misma bombilla.
«Todos los españoles, hombres y mujeres, y todos los indios beben esta yerba, y cuando no tienen con qué comprarla dan sus calzones y frazadas, cuando le falta desfallecen y dicen que no pueden vivir. Todos los indios la toman antes que amanezca y todas las veces que la tienen cuando trabajan, aunque no coman, con sola yerba se sustentan y se avivan las fuerzas para trabajar de nuevo», declara una descripción textual de la época.
Prohibición del comercio, multas y azotes
Durante su segundo mandato, Hernandarias reafirmó su posición: calificó de “vicio” a la hierba y prohibió su comercio en la ciudad rioplatense, cuya población no superaba los mil habitantes. Los castigos a los contrabandistas: multas de cien pesos a los españoles consumidores y cien azotes a los indios introductores.
En 1618, el enemigo público número uno de los materos mandó quemar una bolsa de yerba en la actual Plaza de Mayo.
Vicio que favorece a los enamorados
Durante esa época, ni el café ni el té lograron imponerse de la manera que lo hizo el mate. La ley seca decretada por Hernandarias generó un mercado negro de la yerba.
Si bien para el gobernador criollo era la bebida de los haraganes, había otro motivo para censurarlo. “El mate es un vicio que favorece a los enamorados”, había sentenciado el gobernador.
¿Se refería a las propiedades afrodisíacas que se relacionaron con la yerba mate? No. Se trataba de algo más sencillo: el escandaloso juego sensual de los labios en su interacción con la bombilla. Parece que algunas señoritas despertaban suspiros durante la acción de absorber la infusión.
Pasada la época del enemigo Hernandarias, el brebaje dejó la clandestinidad y comenzaron muchas historias alrededor del mate.
Fuente: Diario La Nación.
¿Cómo alguien puede odiar el mate? no se pueede creeeer!