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Producción sustentable ¿Por qué cuidar el suelo de las plantaciones de yerba mate?

El 7 de julio es el Día Internacional de la Conservación del Suelo, conoce la importancia de protegerlo en un contexto de cambio climático.
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yerba mate plantas con suelo protegido
planta y raices de yerba mate sin cubierta verde

Cada 7 de julio se celebra el Día Internacional de la Conservación del Suelo, en homenaje a Hugh Hammond Bennet, investigador pionero en la lucha para preservar la fertilidad de los suelos, fecha a la que Argentina adhirió en 1963.

La yerba mate es un cultivo que ya lleva 120 de historia en la región productora, que comprende las provincias de Misiones y nordeste de Corrientes. ¿Por qué debemos cuidar el suelo?

Las ventajas de un suelo protegido con cubiertas verdes

  • Almacena más agua y por más tiempo.
  • Cuenta con materia orgánica (que aporta nutrientes) y ayuda a disminuir las altas temperaturas en verano.
  • Disminuye el impacto de las lluvias intensas que ocurren en cualquier mes de año.

Buenas prácticas para cuidar el suelo y los caminos

  • Plantar en curvas a nivel.
  • Cubrir con pasto y construir camellones y pozos de decantación en caminos.
  • Asociar árboles nativos (como cortinas o dispersos
  • Incorporar cubiertas verdes en los entre líneos del cultivo.

Relevamiento de suelos en el 2021

El relevamiento fisicoquímico realizado el año pasado por el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) , indica que más del 60 por ciento de los suelos están en condiciones regulares o malas.

Esto implica que han perdido gran parte de su capacidad para infiltrar y almacenar el agua, y, en esas condiciones, las lluvias torrenciales arrastran los primeros centímetros de suelo, que son los más fértiles, provocando erosión.

Un centímetro cada 100 años

A modo ilustrativo, “es importante tener presente que un centímetro de suelo tarda entre 80 y 100 años en formarse, y ese mismo centímetro de tierra se pierde con una lluvia torrencial si no está debidamente sistematizado”, manifestó Verónica Scalerandi, subgerente del área Técnica del organismo.

El cambio climático

Ese contexto se ve agravado en las condiciones actuales que impone el cambio climático global, con la presencia de eventos extremos como sequías y repentinas e intensas lluvias en corto tiempo.

Cómo mitigar los efectos de sequias y lluvias intensas

“La buena noticia es que hay formas de atenuar esos efectos y son las prácticas que desde el INYM venimos recomendando y trabajando con los productores en sus chacras”, dijo Scalerandi.
“Lo más importante –continuó- no es cuánto llueve sino cuánta de esa agua se infiltra y almacena en el suelo”.

Suelos protegidos: mayor infiltración

Por ejemplo, señaló que los suelos en condiciones regulares o malas (desnudos, rastreados y / o compactados) absorben únicamente entre un 30 y 40 % del agua de lluvia.

“En años con precipitaciones cercanas a 2000 milímetros, nuestros suelos infiltran entre 600 y 800 milímetros, mientras que en años con sequía, donde las precipitaciones no alcanzan los 1500 milímetros, infiltran entre 450 y 600 milímetros”, explicó.
En cambio, en suelos cubiertos y sistematizados, “lo más parecido a lo que conocemos como suelo de monte”, se infiltra entre un 70 y 80 % del agua de lluvia.

“En años con precipitaciones normales, se infiltra y almacena entre 1400 y 1600 milímetros y aún en un año donde predomine la sequía, con 1050 y 1200 milímetros, nuestros suelos tendrían disponible un 40 % más de agua para los cultivos que en años normales, pero con suelos degradados”, ilustró.

Datos corroborados en las chacras

Scalerandi contó que estos datos fueron corroborados en las chacras visitadas durante el verano pasado. “Hemos observado que, en las mismas condiciones de déficit hídrico, entre noviembre de 2021 y febrero de 2022, una chacra mantuvo la provisión de agua, mientras que otro vecino necesitó abastecerse de un pozo perforado cercano”, ilustró.

“La diferencia sustancial está en la capacidad de captación de agua de una y otra micro cuenca.

La primera chacra tiene suelos sistematizados, con buena infiltración, totalmente cubiertos y caminos con pozos de decantación que permiten captar toda el agua de las precipitaciones.

En la otra, la mayor parte del agua escurre y se pierde, no infiltra y por consiguiente no recarga las vertientes”, agregó.

La yerba mate “es un ser vivo que depende del suelo para anclarse y obtener el agua y los nutrientes”, enfatizó Scalerandi,

Un yerbal con suelo protegido aprovecha las pocas precipitaciones

Para cerrar, reiteró: “Nosotros observamos que un yerbal con buenas condiciones de suelo, con buen desarrollo de raíces, es capaz de aprovechar efectivamente, aún cuando son pocas, las precipitaciones; en cambio, no ocurre lo mismo en yerbales con suelos degradados, donde la mayor parte del agua se pierde por escurrimiento, y la que penetró no siempre está al alcance de las raíces”.

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